Institución, Humildad y Respeto.


Debemos ajustarnos a la verdad como dedos al guante! Hay desconocimiento de todos los problemas.

No debemos ser ciegos, debemos reconocer que en toda Venezuela hay categorías de pueblo:
los que tienen simpatía, no tienen mucha simpatía o no tienen ninguna simpatía por esta revolución. A esos últimos, también hay que respetarlos y aprender a persuadirlos con el ejemplo. Pero, debemos tener claro cual es ejemplo que se quiere dar; pues, la humanidad esta llena de irrespeto hasta por parte de muchos que declaman discursos de cambio.

Es común que el poder, la posición y el estatus, dejan la humildad a un lado y hagan incapaces a hombres y mujeres de acercarse a sus compañeros, con espíritu constructivo, para tratar de aprender de ellos y reconocer sus potencialidades, sus conocimientos y la forma de aplicarlos, e inculcarles con el ejemplo, el nuevo espíritu revolucionario por el método del ejemplo y no a martillazos. Al contrario, se acercan con un discurso robotizado, rallado y lleno de un romance, que en la práctica ellos mismos transgreden cuando actúan a martillazos y olvidan que a martillazos no entra nada en la cabeza; ni las idea; ni el respeto y ni el orden en el trabajo.

La nueva moral revolucionaria, esta cargada de hechos repudiables del pasado que se siguen cometiendo; lo único que, ahora se esconden para no hablar mal de la revolución. No es menos cierto, que esta revolución cuenta con cuadros disfrazados de revolucionarios y estos son aun más peligrosos, y se caracterizan por aplicar la mentalidad y espíritu feudal en la toma de decisiones y en los ensañamientos malsanos. Esto, es un problema que se vive de una u otra forma en todos los que forman parte de la Institución y lo peor es que se alimentan desde la ignorancia de cada cabeza de mando.

Es necesario sincerar la responsabilidad a todos los niveles, en cada cuadro político, sin romance, ni preferencias nepóticas y/o de afinidades particulares que dan oportunidad a los adulantes y se hacen líderes por decreto sin ninguna sensibilidad institucional. Estos aprenden y repiten con astucia el discurso que le asegura estar bien con el mentor, manteniendo un disfraz de mansos corderos, y ascienden posiciones maltratando a compañeros, desintegrando equipos. Esta no son las personas idóneas.

Se necesita de gente seria y clara, con cabeza fría, que no hagan arrogancia con sus estatus y títulos; capaces de construir historias positivas a partir de la razón, que sepan cuando es bueno aplicar empirismo y cuando la técnica validada, versátiles en su humanidad y capaces de dar orden a las prioridades, y sobre todo ponerse en los zapatos de otros; y todo esto, con respeto y humildad. Pues, el respeto es invariable e inequívoco en todo el mundo y es lo único que nos puede salvar!. Sin embargo, no es fácil cuando el respeto y la humildad están ignorados por la mentalidad y espíritu feudal que se refleja en las direcciones de mando; donde actúan como dioses y semidioses del olimpo, y otros como capataces de fincas coloniales, disfrutando del estatus del cargo, convulsionando y planificando para descubrir el agua tibia; pero todos en desconocimiento de la estructura y el orden, sin la mínima intención de reconocer cuanto ignoran de la realidad de esta institución fundamental en la seguridad de estado; mientras afuera, en la calle, la gente, el pueblo, espera que ocurra un milagro divino.

Y así seguirá pasando el tiempo, esperando que una ley per se construya la institución, y mientras tanto se pasaran gran cantidad de tiempo en resolver problemas menores y descuidando los problemas más graves.

Salgamos de esta casa de muñecas, seamos serios, vivamos la realidad con la sensibilidad que se requiere, entendamos que necesitamos mas que decretos y apariencias; que nuestro discurso sea el sea el ejemplo y el amor los resultados.

Mientras tanto todos somos culpables.
Igor Ortiz Ing. Egresado
FAGRO-UCV. 1.993

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